martes, 27 de septiembre de 2011

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Dichosos los que esperan en el Señor. Aleluya






¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos hacen planes torpes? Se sublevan los reyes de la tierra y los príncipes se alían contra el Señor y contra su Mesías, diciendo: “Rompamos sus cadenas, sacudamos sus ataduras”

El que vive en el cielo sonríe; desde lo alto, el Señor se ríe de ello. Después habla con ira y los espanta con su cólera: “Yo mismo lo he constituido como rey en Sión. Mi monte santo”

Anunciaré el decreto del Señor. He aquí lo que me dijo: “Hijo míoeres tú, yo te he engendrado hoy. Te daré en herencia las naciones y como propiedad toda la tierra. Podrás gobernarlas con cetro de hierro, despedazarlas como jarros.

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