lunes, 26 de septiembre de 2011

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¡Qué admirable, Señor, es tu poder!





Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos, la luna y las estrellas, que has creado, me pregunto ¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, ese pobre ser humano, que de él te preocupes?

Sin embargo, lo hiciste un poquito inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad; le diste el mando sobre las obras de tus manos y todo lo sometiste bajo sus pies.

Pusiste a su servicio los rebaños y las manadas, todos los animales salvajes, las aves del cielo y los peces del mar, que recorren los caminos de las aguas.

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